"Una necesita al mar para esto: para dejar de creer en la realidad. Para hacerse preguntas imposibles. Para no saber. Para dejar de saber. Para embriagarse de olor. Para cerrar los ojos. Para dejar de creer en la realidad" -Cristina Rivera Garza-

"Bailar para Resonar: Colectivo de Danza Espontánea"



Carlos, Paola, Barreto, Ángel, Carlos y Saúl. Fotografías cortesía de CDE.

Estoy en una función del Colectivo de Danza Espontánea, lo primero que veo son rostros familiares, historias desde antes, recuerdos de les amigues y aunque la Ciudad del Sol es pequeña, yo no les había visto y mucho menos juntes, ahora están todes en escena.  La pieza no tiene nombre, no hay guión, no hay telones, no hay butacas, solo un círculo de bancas que nos congregan, al centro el colectivo, al micrófono Claudia, que mientras nos seduce y nos explica la pieza, esta va teniendo nombre, varios nombres incluso, diferentes títulos, varias experiencias, diferentes situaciones pero mismas frecuencias, hay resonancia con los cuerpos que bailan, el público no es mudo, comparte, interactúa, ríe y un bola de cuerpos que late se moldea como masa y sostiene las palabras que el público lanza, se dibujan cardúmenes, espejos, magma, lenguas gigantes, energías en sumatoria, cuerpos que escuchan, que escriben, dibujan , oscilan, esto es una conversación, estamos viendo una charla que baila, entonces me pregunto: ¿Esto que está sucediendo qué es? ¿Danza? ¿Performance? ¿Qué es lo que somos cuando estamos juntas?


Saúl  y Carlos. Fotografía cortesía de CDE

Claudia Landavazo es quien conduce las dinámicas, sutilmente nos hace soltar prenda a nosotras las personas del público, nos vuelve amigas a todas las que asistimos, como si ya nos conociéramos, lo que decimos se conecta, se vuelve plural, tenemos un lenguaje común que se pacto en el momento, resbalamos ante la provocación y nos deslizamos hacia esta invitación de contarnos juntas, es por eso que esta pieza me hace sentir convocada y eso siempre será gozoso.


Fotografía cortesía del CDE

Ese diálogo fue una función bellísima, que no pretenderé describir en palabras porque estas ya aparecieron, se bailaron y se narraron ese día, lo que sí busco es saber de qué se trata este quehacer escénico que me parece tan diferente al resto, aún más dentro de un contexto Sonorense. Por ello me pareció importante buscar a Claudia la coordinadora de este colectivo, para conocer más acerca de este dispositivo y saber de dónde viene todo lo que el Colectivo de Danza Espontánea propone al panorama escénico actual de Hermosillo.


Cuerpos resonantes del CDE.

Por ello contacté a Claudia para una entrevista, ella me invitó a su casa, pedalié al encuentro y ella me recibió con café mientras mis ojos daban vueltas por su espacio blanco, la luz entraba por la ventana e invadía todo el cuarto.


Fotografía cortesía de CDE

Claudia y yo nos conocemos poco, pero nos unen muchas amistades, esta es mi primera vez en su casa. Espero a que Claudia le ponga leche al café y después le pregunto:

  • ¿Cómo llegaste al mundo de la Danza Espontánea?

Hace algunos años atrás yo me encontraba en CDMX intentando darle sentido a mi carrera, bailé durante mucho tiempo sobre todo en compañías de Danza Contemporánea, aún así me sentía perdida, hasta que conocí a Carlos Camarillo...

 (y ahora voy a hacer una pausa aquí, porque como les dije antes a Claudia y a mí nos unen lxs amigxs, Carlos es un hermano que hice en uno de mis viajes y que al igual que para Claudia, ha sido una luz en la búsqueda de nuevas formas escénicas que se comparten desde, con y en comunidad, ya que su trabajo se ha desarrollado en las artes participativas, dicho esto prosigo) 

Claudia comienza a narrarme su sensación de perder la brújula en su danzar, perder la brújula es algo que nos conecta, cuando viajas te reconoces y te reconoces perdiéndote, el viaje de hacer arte es similar. 

Volviendo a Claudia y  a su primer encuentro con Carlos, ella me cuenta, nos cuenta, como un día Carlos al que solo había conocido en un montaje como asistente de dirección le llama y le invita a un laboratorio…

 “Yo en realidad no lo conocía, ni a él ni a lo que estaba proponiendo, pero igual dije que sí, necesitaba algo diferente y su invitación apareció en el momento justo”.

Carlos estaba convocando a artistas para un laboratorio que formaba parte de su investigación de tesis sobre Psicodrama, en donde utilizaba como herramienta a los Teatros de Participación, en el laboratorio él proponía tomar este tipo de Teatro y fusionarlo con otras disciplinas donde el motor no fuera la palabra logrando así que la palabra se diluyera, incluso nos comenta Claudia que desde la primer sesión quedo fascinada:

“Me dí cuenta a través de este laboratorio  que lo que yo hacía en escena podía tener sentido para otras personas, ya que algo de lo que adolece mucho la Danza Contemporánea, por lo menos en las comunidades en las que yo la he ejercido, es la casi nula relación con las personas, hay una distancia que se genera entre lo que está sucediendo en escena y la gente que va a compartirte su tiempo, y a mí eso me angustiaba mucho, me sentía incomunicada, conmigo misma, con el público y con mis directorxs, sobre todo porque yo además bailaba propuestas y discursos de otrxs, entonces cuando conocí los teatros de participación fue muy esperanzador para mí, saber que existía una propuesta escénica en donde el foco no estaba en el producto artístico, si no que las herramientas artísticas estaban puestas en función del bienestar de las  personas que convocaba la pieza.”

La Claudia de aquel entonces pensaba que esta inquietud de desmantelar la distancia entre quién interpreta y el espectadxr era solo suya hasta que descubrió las artes participativas, dentro de ellas se ecuentran: el Teatro de las Personas Oprimidas, el Teatro Play Back, el Teatro imagen, el Teatro Debate, Teatro Foro, entre otras, sin embargo, ella se focalizó en el Teatro Play Back y lo tradujo a la Danza.

  • ¿Cómo fue que trasladaste las herramientas del Teatro Play Back al lenguaje de la Danza?

El Teatro Play Back tiene una estructura muy noble en cuanto a cómo va involucrando a las personas, va poco a poco compartiendo en voz alta sensaciones, emociones y experiencias del público, hasta que suavemente construye historias y es ahí donde la gente comienza a conectarlas y se genera una historia colectiva en una comunidad efímera, algo que además parecería imposible en estos tiempos donde predomina la individualidad, nos dice Claudia.

Lo más interesante de esta fusión de herramientas y amistades, es como Claudia identifica esa abstracción del lenguaje de la Danza Contemporánea como algo que la distanciaba del público, y que ahora es una herramienta que amplifica la posibilidad de la metáfora en un contexto en donde la palabra antes era la protagonista, dicha abstracción permite generar grietas, nuevas posibilidades para nuevas poéticas, pero sobre todo escuchar y ver bailar la voz del espectadxr.

Ese café y esa entrevista se convirtieron en un desmontaje de la pieza, lo cual me ayudó a comprender que la propuesta de este colectivo nace de una investigación que ha generado, redes y fusiones, que se basa una metodología que parte de las artes participativas, que es un dispositivo para activar a los públicos y que invita a reconocer al ser creative que hay en todes. 

Me parece impirtante el aplauso por estos nuevos recursos para construir la escena, que sin duda están generando nuevas postales que no solo resultan emocionantes y frescas si no que además proponen nuevas formas de socializar lo escénico, es por todo esto que le de corazón deseo una larga vida al Colectivo de Danza Espontánea y a su bailar en el Desierto.

 

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