"Una necesita al mar para esto: para dejar de creer en la realidad. Para hacerse preguntas imposibles. Para no saber. Para dejar de saber. Para embriagarse de olor. Para cerrar los ojos. Para dejar de creer en la realidad" -Cristina Rivera Garza-

La Comedia Sonorense es de Hombres


En los últimos 5 años, la escena de la comedia ha crecido en Hermosillo a través del formato Stand Up. Dicha forma nace en Estados Unidos entre los 40's y 50’s, pero se popularizó en México y LATAM hasta los 2000's.

Vimos que ShiloComedy iba a presentar su SHOWCASE en la Gloriosa Stage Bar, este lugar que se ha convertido en un recinto humorístico, cabaretero y teatral, así que con curiosidad nos lanzamos a conocer el humor del desierto de este SHOWCASE mensual del talento local.

Llegamos y en la puerta nos recibió Troffy. Me puse a buscar el recibo de la compra de los boletos en mi celular para mostrárselo, y el morro nos acomodó un chiste: “qué bueno que compraste tus boletos, pero yo no trabajo aquí, de hecho, yo nomás estaba parado”. Me pareció muy shilo que entramos riendo, gran detalle.

Anuncian la tercera llamada y presentan al SHOWCASE como lo mejor de la comedia en Sonora.

El show abrió con Juan Carlos Vargas, recién matrimoniado (felicidades, Carlos), con una buena interacción con el público que mantuvo constante durante el show. Sus chistes estaban alrededor de la pobreza y lo caro que se ha vuelto comprar una casa, buenos chistes que conectaron con la colonia Sahuaro y los canales, hasta que se le olvidó que inició su show diciendo que era pobre y, en un acto de traición de clase, cerró sus 10 minutos diciendo que los pobres son nacos y algo borroso en relación a un Iker al estilo meme de Shrek buchón. Y pues, hasta donde yo sé, ser naco es chido (shhhilo, pues pa’ que no se enojen) y ser chacal está de moda.



El público aplaude, Carlos se va y se sube al escenario Trofy Torres. Tiene su propio ritmo, abrió con un chiste de chetos, tiró varios chistes, los chetos sirvieron de running gag y de cierre. Fue breve y concentrado.

Aplausos y es el turno de Tavo Mazón. Este morro abrió con dos gags visuales tremendos, yo dije: “pinche genio”. En los primeros 3 minutos tiró la casa por la ventana con dos chistes increíblemente buenos. He de decir que fue el único que utilizó el recurso visual en el gag y lo hizo de manera fina. Sin embargo, la cosa fue en pique: el 80 % restante de su material habla de masturbarse en espacios públicos, acoso y violar una orden de restricción. Ja ja, qué risa burlarse de la violencia machista de un país feminicida y un norte que asesina mujeres nomás por ser mujeres. El vato remató diciendo que andaba buscando a su novia desaparecida y mostró una foto de una muñeca sexual inflable, porque eso es el cuerpo de las mujeres para Tavo: plástico desechable. Ningún buen chiste justifica hacer humor a costa de la violencia que sufren las morras en México. Tavo nos recordó que no se puede tener nada bueno y bonito porque se te acaba a los 3 minutos.

Aun así, el público aplaudió la salida de Tavo y tocó el turno de Eduardo Camacho. Para quienes no lo conocen, Camacho es un hombre blanco, pelirrojo, flaco y alto. Él abrió su show diciendo que era gordo y negro, no hay mucho que explicar ahí. Habló de su miedo de convertirse en señora que va al Liverpool, se movió a la lateral para meter el tema de las sugar mommies, le tiró el rollo a una señora del público y cambió de tópico diciendo: “yo tengo un amigo que tiene cáncer y todo bien con el cáncer, pero que no hagan hamburguesadas". O sea, está bien ser rico y tener cáncer, pero no se te vaya a ocurrir ser pobre, tener cáncer y además chambear, porque qué risa. Yo la neta ya no me aguanté y dije “ya, el que sigue”, y vi desmoronarse en escena al comediante de 25 años que quiso salvar la cosa haciendo un chiste rancio y muy visto de Gloria Trevi para reírse de la trata de personas. Y yo volví a hacer mi comentario en voz alta: “ja ja, qué risa la explotación sexual”. El morro dijo que incómodo, que nunca le había pasado eso, lo que me hace suponer que está acostumbrado a un público muerto que reacciona como audio de risas pregrabadas de show gringo. Me lleva a pensar que está acostumbrado a un público condescendiente, que hace comedia de hombres para hombres comediantes. Me parece loco: que el hecho de que yo diera mi opinión en voz alta le parece incómodo, pero se siente muy cómodo riéndose de las minorías con el visible privilegio de ser hombre blanco con un micrófono. No todo fue su culpa, Tavo ya me había pateado las bolas con su machismo antes, lo digo así para entrar en su mood.

Sin embargo, la gente de una sola mesa siguió riendo y Eduardo se fue siendo aplaudido. Ya sabes, a veces el público se siente incómodo si no aplaude porque así lo dicta el protocolo.

Aparece Simmon Limmon en la escena. El pobre se había estado chutando todos mis comentarios del show en vivo porque estaba al lado de mi mesa. Es decir, yo opiné de todos, pero no así, de directo y en voz alta, como con Eduardo. Tengo que decir que Simmon estuvo dentro de lo mejor de la noche. Voy a seguir siendo sincera, no es que el hombre tenga el hilo negro, pero me hizo reír. También fue políticamente incorrecto, pero hasta para eso hay que tener destreza. Entonces me hizo reír y no enojar, que pues también se vale. Fue el único que entabló una conversación directa conmigo, saludó con su mano y yo mi con mi cheve. Simpático el tipo, sin duda, logró levantar el evento y no hacer tan incómodo que ese día tenían una espectadora participativa de más, que era yo. Señor Limmon, me quitó el sombrero: sostener la escena después de ese bache, no cualquiera. El morro tomó el chiste del cáncer y de las hamburguesas que me puso incómoda a mí y lo dividió en dos para muy inteligentemente usarlo de running gag. Bien ahí, 5 puntos para Gryffindor. Me aterrizó el chiste con una combinación con autismo y volvió a levantar su mano hacia mí diciendo, con todo respeto, ¿y qué comes qué adivinas? Sí, si estoy en el espectro, y por eso una es público participativo, jaja, así que mentiras no dijo. Después Limmon, para cerrar, hizo el intento fallido de un chiste desde cero, que aunque muy dinámico tuvo pocos resultados (el vato tomó riesgos, no todos los comediantes buscan sentirse cómodos, pensé). Se despidió, bajó del stage y recibió su merecido aplauso.

El show continuó con Jesús Torres, que tiene una buena energía en escena. Dan ganas de pistear con ese wey. Se aventó un debate shilo y shhistoso de perros y gatos, rankeó posiciones sexuales, subió el ritmo del show, hubo buena interacción con el público, todas las personas reímos y junto con Limmon sostuvieron el show.

Sube El Tabbinni al escenario sin luz ni rola (que habían estado presentes en las presentaciones anteriores), se la avienta acapella, por fin le sueltan la rola y era un gran intro del apache que usa como puente para enlazarlo con su chamba de tocar el güiro en fiestas y hacer congas, aterriza varios chistes, tiene buen timing y un gran talento para la tarareada. Por ahí acomodó igual que Simmon el chiste del cáncer y la hamburguesa, igualmente lo dividió en dos, pero a diferencia de Limmon, él se fue por la tangente, no lo hizo frontal, lo manejó suave pero con referencia al momento “incómodo”, me pareció que lo hizo de una forma elegante. Tuvo un final flojo pero un buen desarrollo.


Aplausos.

Anuncian el final del show con el turno de Deer Tanori, baja un chiste de ligarse a la cajera del Oxxo y llevarla en Uber al motel. Interactuó con el público, volvió a sacar el chiste de las hamburguesas y el cáncer, me preguntó directamente cómo iba su show, no sé si pidiendo perdón o permiso. Yo le dije que más o menos, no le gustó mucho la idea. Repitió el chiste de la hamburguesa pero con otro aderezo (sí, otra vez), y a mí se me ocurrió preguntar por la única morra anunciada en el cartel, y me contestó: “no, no vino hoy la Pili, seguro es porque está haciendo... ¿no lo adivinas? ¿Seguro? ¿El recurso más usado de la noche? ¡HAMBURGUESAS!”, logrando así lo que sería el running gag más exitoso de la noche. Muy astutamente se quedó con eso y cerró el show.


Esa noche reímos, sí, sí reímos. ¿Volvería a ir? A ver el show de algunos, definitivamente no. La comedia sonorense —como pasa en casi todo México— es, en gran parte, un club de onvres. Está hecha por hombres para hombres. No es coincidencia que, como en otras tantas disciplinas, haya sido históricamente un territorio tomado por lo masculino. Y aunque las cosas están cambiando, el machismo sigue siendo una risa de fondo que no todos escuchan.

Comediantes como Alexa Zuart y Ana Julia Yeyé han destacado la importancia de crear espacios seguros para las mujeres en la comedia y han denunciado el acoso y la discriminación que han tenido que enfrentar durante sus carreras.

Estos son simples facts o puede que yo esté amargada y no sepa reírme específicamente de los chistes de onvre. Si usted quiere sacarse de la duda y comprobarlo por sí mismo, vaya y siga las redes de ShiloComedy y de La Gloriosa Stage Bar para futuros eventos. Vaya y enójese o cágese de la risa como usted prefiera, y a los morros comediantes, pues les dejamos esta nota para reflexionar y para seguirse subiendo al escenario (igual y no todos), porque lo incómodo es parte de la prueba y error, y el error siempre será parte de la comedia.


ShiloComedy





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