"Una necesita al mar para esto: para dejar de creer en la realidad. Para hacerse preguntas imposibles. Para no saber. Para dejar de saber. Para embriagarse de olor. Para cerrar los ojos. Para dejar de creer en la realidad" -Cristina Rivera Garza-

Capirotada del libro “Habitar y Gobernar”



Queride lectore: lo que a continuación encontrarás en este texto es una capirotada de sentipensares acerca del libro "Habitar y Gobernar" del filósofo Amador Fernández- Savater, un texto que  además de ser desordenado y pandémico le otorgó ternura a mi incertidumbre en el encierro.



Capirotada: es un postre mexicano tipíco de la cuaresma, no suele tener un aspecto prolijo, de hecho se le considera un revoltijo delicioso (por lo menos para mí) mucha gente lo asimilia al catolicismo pero yo lo asimilo a mi abuela cocinando en el verano.

Aclarado lo anterior prosigamos...


“Hay que continuar, no puedo continuar, voy a continuar”


Nos dice Becket  dentro de la colección de frases que transitan en el  libro “Habitar y gobernar” en cual Amador dialoga con correspondencia, montoreando las ideas amigas , construyendo conversaciones de doble carril, de ida y de regreso, este es un libro para caminar, un libro para habitar las palabras en largos recorridos por la avenida y en conversación conmigo misma, un libro hecho del  y para diálogo, pero sobretodo construido para dialogar las conversaciones de la REVOLUCIÓN (sí en mayúsculas para sentir que leemos algo más grande que la palabra).Y es que algo me pasa cuando leo o repito esa palabra, como si cada que la menciono desconfiara otro poco de ella, como si ya oliera su carne descompuesta, como si ya vislumbrara su cuerpo moribundo, son las imágenes zombies del cambio nos dice Savater, necesitamos de nuevas imágenes creadas por la experiencia, para partir hacia un nuevo trayecto, un trayecto que nos lleve a otro sitio y así poder repensar la emancipación y la revolución.

Hace falta preguntarnos con el cuerpo, plantear problemas propios, ¿Qué hacer y cómo hacer? Se preguntan los niños perdidos huérfanos de la idea de Revolución, ¿y quiénes son los niños perdidos? los que tienen más preguntas que otra cosa, los ingobernables nos dice Amador, y como niña perdida que soy me cuestiono:

 ¿Acaso todas las preguntas de los niños y niñas perdidas no van de la mano de las mujeres que les cuidan? 

¿Pueden tener potencia viva las exigencias que vienen después del mucho preguntar?

La lectura es a través de los afectos para inventar otra relación con las imágenes, para acompañar la potencia que crece nos dice el libro, luego entonces si en los niños y las niñas perdidas se postra la idea del mundo nuevo, de un futuro diferente, de una nueva imagen del cambio, tiene sentido que la Revolución reviva en las mujeres que durante generaciones han cuidado solas a las infancias, si esta revolución recupera y prioriza los vínculos, los afectos y el cuidado, sin duda tendrá que incluir a las mujeres, tendrá que escucharlas, porque si queremos una revolución verdaderamente de todes necesitamos sacarle la identidad al cuidado, a la crianza y así acompañar todes a quienes defienden la vida y por ende defenderla, porque resonancia entre las experiencias es que lo que resuena aquí resuena también allá, por eso lo doméstico vibra en todas partes mientras permanece invisible.

 Porque si pensamos en Focualt, Gramsci, Bourdieu, Deleuze y todos estos hombres que con sus ideas sostienen los pilares del pensamiento occidental, también tendríamos que hablar de las mujeres que les criaron y que les cuidaron durante toda su vida, para que ellos tuvieran el privilegio y el tiempo de pensar y sin embargo, esos nombres hasta la fecha permanecen ocultos deliberadamente.

Porque la revolución social es un cambio desde dentro de las propias relaciones sociales de poder, una potencia acumulada con anterioridad me platica el libro, y de nuevo mi niña perdida pregunta:

 ¿Cuántas olas más necesitaremos acumular? 

¿Será que el mundo necesita de una marea crónica que mantenga viva en les otres la revolución que sostienen las mujeres?

 ¿Una marea permanente? 

¿Cuánta lucha le exigirá la sociedad a la mujer antes de poder repensar otros mundos?

Amador retoma muchas ideas e historias inspiradoras para explicar amorosamente las palabras de él y sus amigos que ponen sobre la mesa la posibilidad de seguir reabriendo la emancipación del pensamiento, para poder ejemplificarlo en la experiencia pero no imponerlo, para escribir al pie de la calle y no solo del libro, por eso tiene sentido que hable del movimiento feminista que grita vigente, de lxs anarquistas y de todxs lxs que han estado antes, tiene sentido que abogue por pensar la pluralidad.


Luego me tomo una pausa…

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Y pienso en lo importante que es que un libro te hable, te incluya, de lo vital que se convierte saber que podemos repensar el futuro aunque parezca obvio y lo esperanzador que resulta para alguien que nació en un país sin futuro, para una niña que soñó, preguntó y solo recibió a cambio la misma frase “eso no va a cambiar vives en  México” que poderoso es quitarse la apatía del desaliento de les otres de encima. 

Y es que la verdad no tiene propietario nos dice el comité invisible, por eso  reo que hay que expropiar las razones día con día.

“Porque hay plebe en todos los cuerpos, en las almas, en los individuos, en el proletariado, también en la burguesía pero con formas diversas e irreductibles” nos dice Focuault en el libro de Amador.

E inmediatamente me pongo radical, pues vuelvo a la raíz y pienso en mi casa, en  Sonora,  donde la gente al igual que Focualt ha usado la palabra plebes sin un significado peyorativo, sin edad específica, con afecto y sin género durante mucho tiempo, según la lingüística folk de mi rancho, el regionalismo plebes corresponde a los, las y les integrantes más pequeños de la sociedad o de una familia, y luego pienso en que la resistencia ha nacido siempre de los pequeños grupos.

Porque la plebada se organiza comunicando y extendiendo sus prácticas de resistencia, compartiendo a través de la oralidad y no de la institución una caja de herramientas, un término hermoso que nos comparte Amador, que te invita a entender que no hay un monopolio del saber, si no una caja de herramientas sin autor ni propietario de la que todes podemos servirnos y aportar.

Luego entonces sí comprendemos este término, en lugar de decir que la sociedad campesina sonorense pareciera ser Foucaulteana, bien podríamos asegurar que Foucault pudo haber nacido campesino y en Sonora sin escandalizarnos.

Porque la nueva radicalidad no implica ser más radical, si no serlo de manera distinta nos comparte Miguel en su conversación con Amador, resistir no es solo oponerse si no crear, es la conciencia versus la dispersión, nos cuenta Miguel. Porque tenemos derecho a estar enojades pero también a ser felices, a dejar de correr detrás del cambio y construirlo en la cercanía para no delegarlo a otres, porque es vital para potenciar la vida dejar de ser militantes tristes que añoran nostálgicamente la revolución perdida y patriarcal, mientras caminan inertes esperando a que la muerte les permita dejar de pagar la renta.

Porque el impasse y la transición también es potencia, por estoy consciente de los vestigios del viejo mundo que habitaron mis padres y cuidaron mis madres, así como también me he esforzado por ser consciente de qué yo soy también parte del problema, como tú, como todes, y por eso toca construir los afectos para parir un mundo distinto y ojalá ese nacimiento sea sin dolor, sin abandono, alimentemos en conjunto un mundo que quizás no logremos ver, pero del que ya somos parte, un mundo que ya estamos gestando, y luego entonces cuando aquellos cambios que parecían imposibles se logren, tocará a las generaciones que vienen hacerse nuevas preguntas, desde nuevos sitios.


 Mientras tanto la situación, la mía, la de mi cuerpo, la de nosotras es esta:

¡Vivas se las llevaron y vivas las queremos! ¡Ni una más, ni una más, ni una desparecida más! y si el estado pregunta por sus monumentos y no por sus muertas; fuimos todas, porque lo que resuena aquí también resuena allá, porque hay que continuar, no puedo continuar y entonces continuamos juntas.

Por eso agradezco que Amador también me pregunte, pues para este mundo somos todavía muy jóvenes para opinar pero no para recibir balas, como si el habitar el presente no nos permitiera pensar el futuro por no haber estado antes, porque lo que resuena aquí también resuena allá, allá en el pasado y en el futuro, allá en Colombia, allá en el sur como en el norte, allá en la guerra, en la que se anuncia como la que se esconode, por eso la importancia del migrar, del reconocer nuestro derecho a pensar la vida en largas caminatas, a buscar la casa en otros lugares, a encontrar la familia en todas partes, pero también a quedarse a resonar con libertad y dignidad. 

Pues al igual que las personas el pensamiento necesita y debe estar en movimiento, compartirse continuamente y visualizarse en todos los sitios, sobre todo en aquellos  que habían permanecido invisibles y que han sido tomados en cuerpo y protesta por las mujeres, porque sí,  nos urge poner la mirada ahí, pues es incluso en lo doméstico donde a las mujeres se nos esclaviza, se nos violenta, porque es en casa donde se nos asesina en silencio. 

Nostras sabemos en el cuerpo que la revolución será feminista o no será, será diversa o no será,  para poder así regresarle la soberanía a los cuerpos, seguir acuerpando el pensamiento, acompañando los afectos, defendiendo lo domestico y cuidando la vida no solo desde casa y desde la crianza. Por ello para mí no es casualidad que el libro cierre su conversación con un epílogo de Rita Segato.

Y con todo este palabrerío no busco tener la razón si no poder tener agencia en lo que se piensa colectivamente, para que mi voz y mi cuerpo no desparezcan, para ser una niña perdida que está aprendiendo a estar,  incluso en medio de una pandemia de desapariciones y violencia. 

Porque en palabras de Rita:

“El mundo de las mujeres viene de una historia que siempre administró la vida de otra forma, lo que antes llamé llamo «politicidad en clave femenina», que está allí, que prosigue, pero sin nombre, sin retórica de valor propia que permita identificarla como labor política. Es un terreno más incierto. Es una política no basada en principios fijos y sí en una gran capacidad de improvisación de acuerdo a la lectura de las circunstancias”

Así pues me gustaría cerrar este borrador acerca de este libro que es un borrador de  borradores, de esta conversación con les amigues,  citando  la frase de otro libro de una autora  imprescindible como lo es Silvia Federicci:

“Este es el horizonte que nos propone el actual discurso y política de los comunes: no a la promesa de un retorno imposible al pasado, si no a la posibilidad de recuperar el poder de decidir colectivamente nuestro destino en esta tierra. Esto es lo que llamo yo reencatar el mundo” 

Creo que es necesario reencantar el mundo común, para así dejar de querer gobernar la realidad y entonces comenzar a habitarla, para vivirla juntas, para dejar de ser esclavas, para no ser soldados y huesos en fosas, para existir juntas y poder ser personas.


Oaxaca, México, 2006.





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