"Una necesita al mar para esto: para dejar de creer en la realidad. Para hacerse preguntas imposibles. Para no saber. Para dejar de saber. Para embriagarse de olor. Para cerrar los ojos. Para dejar de creer en la realidad" -Cristina Rivera Garza-

El día que conocí a Gabo

 

Yo como muchas otras personas conocí a Gabo por Rodrigo, así como muy probablemente muches otres conocieron a Rodrigo por Gabo, eso pasa cuando las personas se acompañan a través de los años, los tejidos de amigues se juntan, se entrelazan y el telar crece.

Yo conocí a Gabo un 2 de mayo en Xalapa, el día soleado, el aire fresco, los arboles alcanzando el cielo, Dinorah  (mi razón para estar ahí, mi amiga en el telar de Gabo y Rodrigo) y yo llegamos como a la 1 de la tarde al panteón de Pacho Viejo, un sitio verde, lleno de vida, colores y con una vista hermosa. En su tumba la familia de Gabo que también es Rodrigo, plantaban flores y colocaban veladoras,  porque Gabo como echarte flores si eres un jardín, a la par se desvestían las jaranas y se destapaban las cervezas, un canto a la vida de Gabo, un brindis por nombrarle y por hacerlo juntas, un homenaje a la vida que hoy en ausencia nos reúne.

Después de los cantos, las palabras y el silencio, la mamá de Gabo nos invitó a su casa a comer pozole rojo, Gabo nunca te abrace pero comí en tu mesa con tu familia tu comida favorita, mientras escuchaba tu andanzas a través de tus amigues, te conocí de boca de los  y las que te aman.

Ese día se festejaron dos vidas, la tuya y la de tu sobrina, no hubo mayor poesía que ver a tu familia cantarle las mañanitas a Lexiani, mientras te recordaban con lagrimas felices en los ojos, tu familia cuidó de tu telar de amigues, en una troca grandota nos llevó del panteón al pozole y del pozole a tus danzas, todo a través de un viento suave de olor a noche. Llegamos a un domo blanco con colores en el piso y espacio para bailar, estaba toda tu familia reunida,  Rodrigo nuevamente te recordó, habló de ti y de tus logros que ahora parecen de todes, se apaga la luz y tú Gabo, apareces en la pantalla.

Se proyectaron  “Carmesí” y “Yú: cantos a la tierra” dos piezas bellísimas de videodanza en donde: “Carmesí” para mí, fue una oda al viaje de la muerte, diablos y alebríjes danzando entre matorrales, y “Yú: cantos a la tierra”  me habló de las semillas y del florecer del maíz y de la ceniza, nunca antes vi a nadie usar el butoh para honrar la vida, tu lo hiciste con la tuya, uniste el cielo y el mar, en dazas etéreas pero no efímeras, donde los cuerpos a pesar de estar desnudos podían bailar sin género, sin raza, sin edad, ser tierra, ser agua y ser potencia.

Quisiera poder escribir más sobre tus videodanzas pero creo que es mejor invitarle a todes a verlas, porque son imperdibles  y me parece imposible parafrasearte si tú escribías con el cuerpo y si tu poesía era el movimiento. Se enciende la luz y también las jaranas, comienza el canto de nuevo, acompañado de las historias de quienes te siguen queriendo, los colegas, tu primo, tus amigues, tu familia y así entre risas y añoranzas volví a verte por primera vez. Tus amigues viajaron de todas partes y festejaron tu vida incluso una semana antes del día que te fuiste, era un ambiente entrañable sabor a mezcal, incluso para una extraña como yo, tu familia me recibió, me alimentó y levantó la copa conmigo en tu nombre, y así sin conocerte te festejé.

Gabo te agradezco por enlazar a personas hermosas, por dejar una huella que ahora también resuena en la vida de quienes no te vimos a los ojos, por existir y resistir haciendo arte, por ser semilla en cada persona que bailó contigo, en escena y desde el público, gracias Gabo por seguir aquí, gracias familia Ronzón Durán, gracias Rodrigo y gracias a todes les que aman a Gabo en el hoy por presentármelo. Que importante es reconstruir la memoria, honrar con dicha el recuerdo de lo que fuimos y somos, pero sobre todo recodar en quienes seguimos resonando y aquellos que en tu nombre siguen  danzando, por todo eso gracias.

En Honor al creador escénico Gabriel Azul Ronzón Durán, un amigo inolvidable.



Xalapa-Enríquez, 2 de mayo del 2021.

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